Vuelvo a Chile. Vuelvo a casa. Vuelvo mi gente. Vuelvo a mi Comunidad de mascotas.
Mi trabajo en el diario acaba hoy. La despedida fue mesurada pero amena, tranquila pero afectuosa, sólo mi jefe directo acusó el golpe de despedir a su primera periodista en práctica. Si esto fuera un lugar común, estaría guardando mis cosas en una caja de cartón, la cargaría en los brazos mientras paso por el pasillo y me despiden con deseos de fuente.
No. No fue cinematográfico, ni novelesco. Dejo mi trabajo de la misma forma en que lo tomé: como una chilena demasiado callada para las raíces italianas de estos argentinos, a la que de poco terminaron apreciando. Y yo a ellos. Mi jefe directo me obliga a volver el Lunes para hacerme entrega de una carta de recomendación, mientras poco a poco borro las pequeñas huellas de mi breve paso por acá: una taza de café aconchado, un pinche negro, una bufanda y una carpeta de fotos en el escritorio del pc. Vuelvo, entonces. Pese a que es un lugar común, nunca he sido buena para las despedidas, pero hoy, a fines de Abril, agrego que tampoco lo soy con las bienvenidas.
Lo veo desde Chile. ¿Qué bello no?. Me llevo hartas cosas, que quizás detalle con el tiempo, pero también a un grupo de gente bella que se acerca a mí gracias a un humilde blog. Hoy más que nunca, leerlos me hizo bien. Chao desde Argentina, que me vuelvo para Chile. Y como dijo Bolaño, tu familia es tu Patria.
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