Precisamente Oscar ,que ayer mismo regresaba de su misión en Islamabad-cerca de la frontera con La India- es la persona que hoy me rasgó el alma con esta historia. Le he pedido que sacase un rato para tomarse un rápido café conmigo, me cediese alguna fotografía de su estancia allá y hasta le arranque unas palabras para vosotros. Oscar como todo héroe anónimo huye del discurso público pero acepta y se sorprende ante mi petición, que agradece con un gran abrazo y una mirada sincera de gratitud.
Hoy os pido que sacaseis unos segundos para escucharle.
Hace unos días tuve el placer de coincidir con Elena Anaya, una de las actrices con mayor proyección en estos últimos años después de su participación en “Lucia y el Sexo” entre otras muchas producciones.
No es cuestión de desvelar aquí mas detalles de una charla que abandono el terreno profesional para convertirse en un parloteo jovial que duro unas cuantas horas pero de la que solo revelo una frase:
…Hostia, que bien conocer a un tipo capaz de atrapar y contar miles de historias como tu y sin renunciar a esa postura un tanto macarra ante las cosas…
Que alcance a recordar es la segunda vez en mi vida que alguien me llama macarra,cariñosamente claro, y lo curioso ,es que esas dos personas me parecen grandes psicólogas de lo cotidiano. Un día de estos acabaré creyéndolo. Antes me afano por descubrir donde está ese ápice chulesco que provoca admiración en algunas gentes. Misterios de uno mismo.
Esta mañana el servicio-despertador de mi suite en la Calle Mayor ha sido más madrugador de lo habitual. Alguien debería explicarles a estos chicos la necesidad de no lanzar mis delicadas sabanas confeccionadas con papel de los catálogos de Carrefour con excelente impresión a los charcos que el agua acumulada durante la noche han flanqueado durante las últimas horas mis doloridos costados.
¡Ya va, ya va!
Joder Tiburio que esta mañana el desfile pasa por aquí.
